Uno de los acontecimientos de la vida que podemos dar como seguro e inevitable, es el cambio, entendido como desafío. Se manifiesta en todos los aspectos de nuestro día a día, desde lo personal a lo laboral, por lo que es muy importante tener la capacidad de gestionarlos de una manera sana y eficiente. Esta capacidad de enfrentarse con éxito a la adversidad, es lo que conocemos como resiliencia.
Qué significa ser una persona resiliente
Una persona resiliente es capaz de reaccionar ante situaciones difíciles sin evitarlas, percibe el beneficio que es posible obtener de ellas y se centra más en las soluciones que en las dificultades. La resiliencia es, de hecho, una característica personal que es posible entrenar y que marca, en buena medida, las probabilidades de superar con éxito los contratiempos o situaciones de alto nivel de estrés que se pueden presentar a lo largo del tiempo.
En el entorno laboral, por ejemplo, podemos encontrarnos numerosas situaciones que exigen un gran ejercicio de resiliencia, tales como reestructuraciones, implantación de nuevos sistemas de trabajo, adopción de nuevas responsabilidades, situaciones de presión por una alta demanda productiva y otras muchas, relacionadas con momentos puntuales o bien permanentes (como los cambios drásticos en una organización).
¿Pero qué es lo que determina que una persona sea resiliente? Aquí tienes algunas claves.
Características de las personas resilientes
Las personas resilientes cuentan con una serie de rasgos y características que juegan a favor de esa capacidad para afrontar las dificultades sin eludirlas ni dejar que les superen, aunque aclararemos que no hablamos de “super personas” ya que, como todo el mundo, deben hacer un gran esfuerzo para afrontar de situaciones de alto estrés. La diferencia está en la confianza en las propias capacidades, las herramientas disponibles y la forma de ver la situación, que ayuda mucho a sobrellevar y superar las crisis.
Entre estos rasgos destacan:
- Ser consciente de que no es posible controlar todas las situaciones y vivir con cierta tolerancia a los cambios, de forma flexible y adaptativa.
- Tener un alto conocimiento de las propias emociones, habilidades y limitaciones. La mayoría de las personas resilientes suelen presentar, en general, una actitud positiva ante la vida (que no un positivismo ingenuo).
- Ser capaz de ver oportunidades en las dificultades. Esto implica no dejarse abrumar por la situación en sí y pensar tanto en las soluciones, como en qué podemos aprender de la misma y usar en nuestro beneficio.
- Pedir ayuda: como hemos comentado antes, no hablamos de “súper personas” capaces de enfrentarse a todo sin más. A menudo, y precisamente por ser conscientes de sus limitaciones, las personas resilientes cuentan con redes de apoyo social (o, en el entorno laboral, con sus compañeros y compañeras de trabajo) como ayuda para gestionar las dificultades.
- Tienen una gran autoconfianza: tener un buen autoconcepto es fundamental para mantener la calma, ser capaz de analizar las situaciones y comprender que hay algo más allá que amenazas en las adversidades.
- Planifican y marcan metas: cuando existen una serie de metas fijadas claramente, es más llevadero sobreponerse a las dificultades que podemos encontrarnos en el camino, al mantener la atención en el objetivo y no tanto en las dificultades que podemos encontrarnos en el camino.
Estrategias para desarrollar la resiliencia laboral
Es cierto que hay personas más resilientes que otras, pero hablamos de una capacidad que se puede aprender y entrenar. En el contexto laboral, verás que las características a potenciar son prácticamente las mismas que afectarían al ámbito personal. Y es la resiliencia es algo que siempre jugará a tu favor en cualquier faceta de la vida.
Algunas de estas estrategias son:
- Aprender a gestionar las emociones (especialmente la ansiedad, la ira y la tristeza).
- Trabajar la autoconfianza y cultivar relaciones saludables.
- Tener una actitud positiva y fijar metas a medio o largo plazo.
- Entrenar la tolerancia a los cambios y recibir formación en habilidades de afrontamiento.
- Mejorar tu comunicación interpersonal, tanto dentro como fuera del trabajo.
- Cuida de ti: si cuidas tu salud física y mental, tendrás una mejor capacidad de gestionar el estrés.
Concretamente, desde la perspectiva de la resiliencia empresarial, es importante incidir en:
- Formar en estrategias de gestión del cambio.
- Contar con un equipo cohesionado.
- Fomentar la capacidad de improvisación así como una actitud resolutiva.
- Facilitar la comunicación creando espacios para intercambiar ideas y distintos puntos de vista.
- Potenciar un buen clima organizacional que facilite el trabajo en equipo y aumente la calidad de vida de las personas, a la vez que su motivación. Esto revierte directamente en el bienestar laboral y ayuda a formar equipos unidos capaces de responder rápidamente a los imprevistos.
Ahora que ya sabes cómo aumentar tu propia resiliencia y la de tu organización, ¡es momento de ponerse manos a la obra! Desde Mapiser, como empresa de inserción, consideramos fundamental el entrenamiento de la resiliencia entre nuestras personas trabajadoras así como la capacidad, como organización, de adaptarnos a un entorno en continuo cambio.
¿Y tú, qué importancia le das a la resiliencia laboral?